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Llevo un tiempo centrada en detectar el uso de etiquetas en nuestra sociedad. Sorprendentemente no es algo que se limita a la infancia, aunque indiscutiblemente es en esta etapa cuando empezamos a ponérselas, y en consecuencia, estxs infantes continuarán usándolas cuando empiecen a hablar. Cuando digo etiquetas me refiero a cuando alguien dice una palabrota y decimos “es un/a malcriadx” en lugar de “ha dicho una palabrota”, cuando alguien hace reír y decimos “es un/a chistosx” en lugar de “ha contado un chiste” o cuando alguien se olvida de traer algo y decimos “es un/a irresponsable” en lugar de “no ha traído tal cosa”. Personalmente, a pesar de tener la teoría interiorizada, ponerlo en práctica y evitar esta manera de comunicarme es uno de los aspectos que más me está costando desde que inicié mi transformación personal en pro de un acompañamiento más respetuoso y consciente hacia la infancia y resto de personas también.

Pero, ¿Cuál es la teoría? ¿Acaso es perjudicial utilizar etiquetas? Si en tu caso aún no conoces los efectos que tiene etiquetar a un/a infante te invito a seguir leyendo.

Consecuencias de etiquetar a lxs peques

  • La profecía se autocumple:probablemente hayas escuchado el término “profecía autocumplida” para hacer referencia a esas ocasiones en que le decimos a un/a peque “te vas a caer” y se cae. En este caso, ocurre lo mismo. Si le dices a tu txiki poco más de dos veces que es vagx va a ser vagx, si le dices que es obediente va a ser obediente, si le dices que es cansinx va a ser cansinx, si le dices que es risueñx va a ser risueñx, y así sucesivamente. Esto ocurre porque cuando alguien pone expectativas sobre nosotrxs solemos hacer cualquier cosa para cumplirlas, especialmente si no hemos forjado una personalidad sana y segura, pues es lo que se espera de nosotrxs y querremos satisfacerlo para saciar nuestras necesidades básicas humanas de reconocimiento y pertenencia.
  • Falsa identidad. Después de la explicación anterior algunas personas estaréis pensando que esto es una gran noticia porque llamándole “campeón/a”, “obediente”, “inteligente”, etc. haréis que vuestrx peque se convierta en eso y estaréis muy orgullosxs. Pero… ¿Qué pasa si a tu hijx no le gusta competir pero al escuchar que es un/a campeón/a repetidas veces empieza a competir solo para cumplir las expectativas de sus progenitores o de su acompañante? ¿Qué pasa si le gusta el verde pero al escuchar constantemente que con el azul está más guapx acaba eligiendo el azul para sentirse aceptadx? En mis talleres, cuando pregunto a las familias y educadorxs cómo les gustaría que fuesen sus peques dentro de 20 años, lo primero que la mayoría suele responder es “felices”. Pero a pesar de que nuestras intenciones son muy nobles, aún no somos conscientes de que un ser humano no podrá ser realmente feliz si no desarrolla su personalidad plenamente. Ésta se desarrolla en los primeros 3 años de vida y se afianza en los siguientes, por lo que si les llenamos de expectativas y etiquetas siendo aún tan vulnerables desarrollarán una falsa e inestable identidad, que se tambaleará constantemente en busca de aprobación externa, sin tener muy claro sus gustos, opiniones y fortalezas.
  • Represión de las emociones: estaréis de acuerdo conmigo que en la mayoría de los ámbitos sociales cada unx de nosotrxs tenemos un rol y actuamos en función de ello. Por ejemplo, en muchos trabajos, escuelas o familias está el chistoso, el fuerte, la buena y la borde (encima en la mayoría de casos las etiquetas tienen un sesgo sexista). ¿Os habéis percatado qué pasa cuando el chistoso está triste, cuando el fuerte quiere llorar, cuando la buena decide preocuparse de sí misma o cuando la borde está alegre? Pues que automáticamente se sienten culpables, e inconscientemente deciden reprimir esas emociones para seguir cumpliendo el rol que se les ha impuesto y continuar sintiendo reconocimiento y pertenencia. Porque todxs sabemos que si se muestran diferentes no pasará ni un segundo hasta que alguien les cuestione “¿Cómo vas a estar triste si tú eres un graciosillo? ¿Cómo vas a llorar si tú eres súper valiente? ¿Cómo le vas a hacer nosequé a fulanito si tú eres un amor? ¿Qué bicho te ha picado hoy que estás de buen humor…?”. En la escuela este patrón se repite y solemos etiquetar al cochino, al movido, a la obediente y a la lista. Y así, desde muy pequeñxs aprenden a cumplir ese rol y reprimir sus emociones y su verdadero Yo.

Si quieres un/a hijx feliz, permítele ser feliz

Las personas llegamos al mundo con una tendencia natural de ser únicos, reales y felices. Desgraciadamente esto se va truncando mediante los mensajes  que recibimos de las personas adultas y las expectativas que nos vemos obligadxs a cumplir para poder pertenecer. Así que, si tú también quieres que tu hijx sea feliz, permítele elegir, permítele opinar, permítele decir “si”, permítele decir “no”, permítele reír, permítele llorar, permítele gritar de alegría y también de rabia y dolor. En definitiva, no esperes nada, solo observalx, acompañalx y aceptalx tal como es. Te aseguro que así será feliz. ¿Te unes al reto?

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